12 may 2013

Susan Sontag. Ante el dolor de los demás

Susan Sontag _ Annie Leibovitz
Como siempre, es imposible quedarse de la misma manera después de leer a Sontag , así pues voy a exponer algunas de las reflexiones que hago sobre el texto "Ante el dolor de los demás".

En primer lugar es obvio aclarar que en el conjunto de la sociedad, siempre existirán diferentes posicionamientos con respecto a la guerra. Parece lógico y normal que todo el mundo repudie el acto bélico, ya que lleva asociado un acto que nace de la violencia.

Pero también parece ser, que cuando el conflicto está a miles de kilómetros de nuestras casas, debido a que, o bien por la distancia, o porque nos es ajeno, o bien porque estamos ya demasiado acostumbrados a la guerra, no nos afecta de una manera tan directa.

Principalmente esta es la idea sobre la cual elucubra Sontag con intensidad.

Sabemos que la expansión de la fotografía nació precisamente de documentar los conflictos bélicos, con un afán de concienciar y apaciguar la primigenia guerrera del hombre. Pero con el paso del tiempo, y el desarrollo de los medios de comunicación, la fotografía alcanza todos los rincones del mundo hasta tal punto que podemos saber de cualquier conflicto. Por lo tanto no es raro admitir que estamos acostumbrados a consumir calamidades, y por eso somos cada vez más inmunes a este tipo de imágenes, la sensibilidad humana se ha transformado, es decir, participamos de los conflictos bélicos mientras comemos tranquilamente en nuestras casas, esta "deshumanización" forma parte de nuestra modernidad.

Sontag cuestiona la objetividad y la imparcialidad de la imagen bélica, mantiene que hoy en día las imágenes de guerra obedecen a intereses políticos y económicos. Son imágenes puestas al servicio de tales fines, que luego servirán para moldear la opinión pública cada vez más débil y deformada. También afirma que incluso dentro de la fotografía de guerra, impera la estética sobre lo documental, siendo esto una manera más de sesgar al público.

Las reflexiónes que hago son las siguientes:

A lo largo de la historia de la fotografía documental, se puede observar como ha habido una evolución, no sólo en la imagen sino también en quien consume la imagen, es decir, aquel que la ve (el espectador).

Esta evolución me hace pensar que en realidad no importa lo que se vea, porque al final “yo” voy a darle la interpretación que a mi me convenga, para no entrar en conflicto con mi pensamiento, educación y manera de percibir la vida.

Hoy en día no podemos controlar en todo momento la percepción de imágenes bélicas a nuestro antojo, ya que continuamente las recibimos en nuestra vida, pero si se puede estar alerta para lo que vamos a ver.

Entoces, ¿cuanto de imagen icónica hay ya en la guerra? ¿Cuanto de imagen indicial?, ¿Seremos todos auténticos autómatas de recordar imágenes, para luego complementarlas con las que vamos a observar de nuevo?

¿Vemos todos la guerra del mismo modo? A lo mejor si, pero está claro que luego cada uno le va a dar su interpretación y la va procesar según como se encuentre en ese momento de su vida.

¿Nos habrán fabricado las escenas de guerra? o ¿me estarán enseñando detalladamente algo, para que mi atención no recaiga sobre lo que realmente pasa en ella?

Pero no sería muy preciso dejar esta serie de preguntas aquí, ya que interviene otro factor muy importante en el mundo fotográfico, y es, el que toma la fotografía, el fotógrafo. Realmente el que toma la foto, ¿lo hace desde una posición neutral, sin ánimo de influir a nadie?, ¿Por qué el fotógrafo elige un encuadre y no otro? ¿Fotografía éste desde una libertad de pensamiento o inconscientemente está todo premeditado?

Incluso en las fotografías más cotidianas, por ejemplo las que podemos hacer con un dispositivo móvil, hay una elección previa, fotografiamos aquello que nos hace gracia, o nos llama la atención de una manera especial.

Si reflexionamos un poco, incluso una imagen cotidiana, hecha sin fabricación previa de escena, o simplemente una foto colgada en una red social, a la vista de los demás nos puede parecer insulsa, pero en el momento que la ven ciertas personas (amigos, familiares, etc) la imagen cobra otra importancia y hasta es calificada de brillante.

Si se tratara de imágenes tomadas en un conflicto, revuelta, manifestación, concentración, ¿veremos todos lo mismo?, ¿o serán nuestros intereses personales (ideología, pensamiento, educación, moral) los que nos harán verla de determinada forma?

Y por último y no menos importante, nos encontramos también con la manipulación de la imagen “para hacer ver”, que junto con la saturación fotográfica y audiovisual de nuestro tiempo, se nos hace cada vez más difícil, discernir y afirmar con seguridad la veracidad de lo que vemos al cien por cien.

Al final, siempre estará todo sujeto a nuestra manera de enfrentarnos y percibir la vida. ¿Qué hago? Veo y creo, o creo y por eso veo.

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