India, I think_david jimenez |
Hace unos días nos visitó David Jiménez. Y nos llevó de viaje por la India a través de su mirada a todos los que nos encontrábamos allí.
Es curioso observar como alguien un día se topa con un mundo y a raíz de ese encuentro, uno no puede dejar de volver una y otra vez a ese lugar donde se siente especial, se siente de allí.
Nos explicaba con entusiasmo la acogida que le supuso la India, mientras otros pueden ver color, pobreza, necesidad y penuria, David veía una realidad que se mantiene en el límite del sueño.
Evidentemente, nos decía David, existen todos esos elementos que tenemos asociados a la India, pero están y estarán descontextualizados, porque todo eso cambia cuando, hueles, oyes, paseas por las calles, comes, bebes y compartes con las gentes de ese país.
Su fotografía es elegante, sutil y respetuosa, dotaba a lo fotografiado de dignidad. No es invasiva, acepta lo que está viendo y no se plantea que pueda ser de otra manera.
Su blanco y negro, sus sombras, sus figuras su manera de componer, hace que veas de ese colorido país su lado más noble y mágico, en definitiva algo que te deja en paz.
Al final queda ese poso del viaje, que poco a poco va haciendo costra y te va dando una solidez a la hora de mirar de nuevo. Era un paseo por un estado nuevo de su conciencia, de su crecimiento personal. Sólo que nos lo fue contando foto a foto.
Es curioso observar como alguien un día se topa con un mundo y a raíz de ese encuentro, uno no puede dejar de volver una y otra vez a ese lugar donde se siente especial, se siente de allí.
Nos explicaba con entusiasmo la acogida que le supuso la India, mientras otros pueden ver color, pobreza, necesidad y penuria, David veía una realidad que se mantiene en el límite del sueño.
Evidentemente, nos decía David, existen todos esos elementos que tenemos asociados a la India, pero están y estarán descontextualizados, porque todo eso cambia cuando, hueles, oyes, paseas por las calles, comes, bebes y compartes con las gentes de ese país.
Su fotografía es elegante, sutil y respetuosa, dotaba a lo fotografiado de dignidad. No es invasiva, acepta lo que está viendo y no se plantea que pueda ser de otra manera.
Su blanco y negro, sus sombras, sus figuras su manera de componer, hace que veas de ese colorido país su lado más noble y mágico, en definitiva algo que te deja en paz.
Al final queda ese poso del viaje, que poco a poco va haciendo costra y te va dando una solidez a la hora de mirar de nuevo. Era un paseo por un estado nuevo de su conciencia, de su crecimiento personal. Sólo que nos lo fue contando foto a foto.
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